TEJEIRA EN ESPAÑA

TEJEIRA EN ESPAÑA
Es un bonito pueblo situado en la antigua comarca de La Somoza. Pertenece al ayuntamiento de Villafranca del Bierzo. Su nombre viene del árbol del tejo, significa bosque de tejos en castellano antiguo. Por la zona también se le llama Teixeira en gallego.

lunes, 23 de julio de 2012

LA MAESTRA DIAMA...

Maestra: en ti se encuentra la ternura de una madre, la sabiduría de una hija, la espiritualidad y la autoridad de una sierva de Dios. En tu rostro golpeado por el tiempo encontramos la experiencia, la confianza, el respeto y el amor". No hay mejores palabras para describir a la querida maestra panameña, Diamantina Tejeira de Francisco, "la maestra Diama", como cariñosamente le llamamos.
 


 Nacida un 29 de enero de 1916, en La Pintada, provincia de Coclé, y residente en Penonomé, en la Barriada IVU. No creo que haya un solo penonomeño que no se refiera a ella con cariño y respeto; y es que se lo ha ganado a pulso. Ella es maestra jubilada, pero nunca ha dejado de enseñar. Ella es maestra de corazón, vocación y convicción a tiempo completo. La maestra Diama se graduó con mucho sacrificio, pues en su época de estudiante la vida era muy difícil y su familia era de escasos recursos.

 Los estudios primarios los hizo en la escuela Mixta de Penonomé, terminando en 1924; en 1932 terminó la secundaria, y no fue hasta 1960 cuando el Instituto Justo Arosemena le confiere el título de maestra de primera enseñanza. Pero su labor docente empieza mucho antes, en1946, en la comunidad El Jobo de La Pintada.

 De esa época, la maestra Diama recuerda que en la comunidad realizaba todo tipo de funciones. "Un día estaba en la escuela, y escuché que una niña me llamaba... maestra, dice mi tía Cheba que venga a darle la teta a mi hermanita". "Fui allá y amamanté a la niña, porque su madre no estaba y tenía hambre; en ese tiempo yo acababa de dar a luz a mi hijo Erick, a quien también le daba pecho". Esto era frecuente en esos días, dice la maestra Diama.

 En 1951 fue trasladada a la escuela de Las Boquillas de La Pintada, donde trabajó hasta 1968. Quizás es en esta escuela fue donde la maestra Diama dejó sus huellas más profundas como educadora y amiga de la comunidad. Fue en Las Boquillas donde la maestra Diama trabajó hombro a hombro con la comunidad para levantar la escuela del lugar. La maestra Diama cargó piedras, cortó hierba, ayudó a construir caminos y cocinó para los trabajadores de domingo a domingo, no tenía horario de labores.

 Con los estudiantes se quedaba después de las horas de clases, reforzando los conocimientos. Con los adultos se esmeró en enseñarles a leer y a escribir hasta en horas del recreo.

 Tal vez nadie conozca mejor de las cualidades de la maestra Diama como el profesor José Elpidio Rodríguez, oriundo de Las Boquillas y exalumno de la maestra Diama. "Pillo", como cariñosamente ella le llama, fue el primer alumno de esa comunidad en graduarse a nivel universitario y él comenta que eso se lo debe a su maestra. Por esa razón, cuando quiso sustentar la petición para que nombraran a la maestra Diamantina merecedora de la Medalla Manuel José Hurtado, él no dudó en enviar una carta al Comité encargado, la cual iba firmada por la mayoría de los moradores de su comunidad, con excepción de los que no pudo localizar, que sin duda también hubieran dado su firma para tal petición.


En su carta al comité el profesor Elpidio indica lo siguiente: "La maestra Diama es aquella persona que se identifica con el dolor y los problemas del campesino y de los más necesitados. La escuela era una pequeña estancia de 4 paredes de quincha y techo de tejas, construida por los moradores; allí conocieron la mayoría de ellos los primeros rasgos de la escritura e hicieron sus primeras lecturas. No hubo edad para aprender, acudieron niños, jóvenes, adultos y ancianos; todos motivados por las inquietudes sinceras que despertaba en ellos la maestra Diama".


Añade el profesor que, en 1965 con el esfuerzo y dedicación de la maestra Diama, se construyeron las dos aulas nuevas que conformarían la moderna escuela de aquella época, con paredes de bloque y techo de zinc, lindas ventanas y una casita para los maestros que llegaran. Somos testigos, dice el profesor, de que la maestra ayudó a construir a pico y pala, tanto la escuela, como la carretera que conduce a Las Boquillas.


"Los niños de ese tiempo rememoran con cariño cómo llegó a empujones y casi cargado el primer auto a Las Boquillas. En él iba una pequeña planta eléctrica, una película y su proyector. El propósito de la maestra Diama era que se conociera la luz eléctrica y que los moradores vieran una película educativa". De la maestra Diama se pueden contar infinidad de anécdotas de ese tiempo, y todas de gran valor en la educación panameña. En la barriada donde vive actualmente la maestra Diama es muy querida por todos y hemos sido testigos de sus esfuerzos como educadora, vocación esta que nunca ha dejado de lado, a pesar de su avanzada edad. Ella ha ayudado a formar a muchos jóvenes, incluyendo al profesor Elpidio, a quien tuvo en su casa durante la secundaria y luego le consiguió estadía en el IFARHU de Penonomé. Hasta la fecha, la maestra es visitada por personas de aquellas comunidades que conocieron de sus luchas como educadora y que no la olvidan.


La maestra Diamantina Tejeira de Francisco es ejemplo viviente de que la educación, como se ejercía en aquellos tiempos, trae consigo grandes satisfacciones. Como ella misma señala, "yo no sólo daba mis clases, también visitaba los hogares de cada uno de los niños, me preocupaba de su salud, de que tuvieran qué comer; era consejera, amiga, comadre de todos en la comunidad".


Por todas esas cualidades que la adornan, en 1990 fue premiada con la Orden Manuel José Hurtado; también ha sido nombrada educadora distinguida en diversos años mientras ejerció de maestra y ha recibido innumerables certificados de Honor al Mérito por su labor docente.


La maestra Diama forma parte del coro "IV Centenario" de Penonomé, pues tiene una voz privilegiada. Le gusta visitar a todos los enfermos del hospital y acompaña a los deudos de casi todos los velorios que se dan en Penonomé. Esto se debe a que conoce a mucha gente, y cuando se le pregunta, contesta: "Ay niña, es que era mi comadre, o mi compadre, amigo, etc., y no puedo dejar de asistir porque lo quería mucho".

 La maestra Diama es la clase de persona que se quita el pan de su boca para dárselo a quien lo necesite. Cuando se le pide cooperación, nunca dice que no, aunque se quede sin dinero. Su casa siempre ha sido una escuela, y hoy en día da alojamiento a maestros y profesores de otras regiones del país que trabajan en Penonomé. Lo curioso es que, cuando se tienen que ir por traslado, les duele dejarla y siempre regresan cada año para su cumpleaños a traerle algún regalito. Es que su don de gentes no permite olvidarla.

 Como dice el profesor Elpidio Rodríguez, la maestra Diama es la madre, la hermana, la comadre, la madrina, la tía, la abuela, la sobrina, la enfermera, la consejera, la auxiliar de todos los que la han conocido. En los tiempos en que trabajaba, se iba a un rancho a pilar arroz, a limpiar y picar verdura, bajaba a las quebradas, y entre risas y chistes y alegres canciones ayudaba a lavar la ropa con olor a monte y al fuerte sudor del hombre de hacha y machete que trabaja de sol a sol".


Esta era la maestra Diamantina en sus tiempos y aún hoy conserva ese espíritu joven. Su mensaje a los maestros de hoy es que "den mucho amor a los niños del campo, eso es lo más importante, involúcrese con su familia y apóyelos en lo que pueda; no sea sólo maestro de salón, sino maestro de la comunidad, amigo y consejero de ella. Todos se lo agradecerán".

Nota de la Fuente: Christian Francisco Tejeira

Orgullo de mi abuela Diamantina Tejeira de Franscisco a quien le debo lo que soy como profesional y como personas los tejeiras dejamos huellas... 

Jean Tejeira

NUESTROS RESPETOS A UN GRAN TEJEIRA...

Perfil biográfico de Don Aquilino Tejeira. Coclé. Panamá

En la cruel guerra civil de 1899 a 1902 viniendo de La Pintada a Penonomé, fue muerto arteramente, en infame emboscada, por guerrilleros de Victoriano Lorenzo; don Tobías Tejeira, honorable padre de familia, quien fue Capitán de la Policía en esta sección de Coclé y don Aquilino Tejeira. Ante este nombre hay que descubrirse con respeto, por sus virtudes ciudadanas que fueron su riqueza y que le hacían estimarlo en algo grado. De Cañazas, pueblecito de la Provincia de Veraguas, vino a esta ciudad, una familia que habría de constituir en Penonomé un núcleo social modesto pero apreciable y que habría de influir en el desarrollo cultural de nuestro pueblo.
La constituían, cuando llegaron a esta población, don Baltazar Tejeira, escultor de imágenes de Santos y padre del poeta Melquiades Tejeira y del hábil ingeniero arquitecto, don Víctor Manuel Tejeira, suficientes aportes para el enriquecimiento de nuestra sociedad, don Isías Tejeira, discreto ciudadano, padre de varios hijos que le honran.
Fue padre de numerosa prole: once hijos le conocimos, que hacían recordar a Jacob, el Patriarca Bíblico. Y qué familia formaron esos vástagos!. Conviene conocerles individualmente, como la mejor corona que puede ofrecérsele a aquel benemérito hijo adoptivo de Penonomé.
Doña Jacoba Tejeira de Mosquera, la popular Jacobita, madre prematura de diez hermanos huérfanos, a quienes dio educación y les puso en el camino de la vida, hábiles ya para abrirse paso. Es madre, auténtica madre, de dos damas que le honran.
Don Aquilino Tejeira Fernández. También jefe de ese hogar desde menor de edad; pero de seriedad indiscutible, que ayudó en sus faenas a su hermana mayor. Hoy, padre de respetable familia. Dedicado a las tareas del foro con juicio y buen criterio; es hoy honorable Magistrado del Tribunal Superior del Segudo Distrito Judicial de la República.
Doña Conchita Tejeira de Román, una intelectual de pluma ágil y estilo elegante. Sus mejores obras son, sin discusión, sus tres inteligentes hijas.
Don Gil Blas Tejeira, formidable autodidácta, quien por sí mismo, sin haber estado siquiera en colegios secundarios, sin ayuda de nadie, ha sabido conquistarse puesto distinguido, entre los más distinguidos que manejan aquí en Panamá la lengua y estilo de Cervantes. Buen Padre de familia y cordial patriota.
Y qué decir de la inteligente Adelina?. De grata conversación. Que donaire se gasta. Chispeante y recatada; es de ameno trato, sencilla y locuaz, sin causar fastidio ni ostentar poses autoritarias. Delicada en su persona, modesta en su mirada, a pear de sus ojos vivaces y expresivos. Sabe conversar y sabe ser respetada. Casada con don Hernando Quiróz, ha dado excelente aporte a la sociedad con sus hijos, gentiles e inteligentes.
Don Alfonso Tejeira, ingeniero agrónomo de reconocida competencia, ha desempeñado y desempeña puestos distinguidos en su interesante ramo, prestando sus luces como experto, en lugares y ocasiones de importancia. También es Jefe de hogar honorable.
Don Moisés Tejeira, maestro de enseñanza primaria, escritor, aunque de escasa producción literaria, su pluma es amena y descriptiva. También le ha dado simpáticos nietos a su ilustre padre.
Don Julio o Don Julián Tejeira, como usted quiera llamarle, es un tipo simpático, amigo de chistes. Cuando ríe, ríe de verdad, con los ojos que se llenan de lágrimas, con la boca haciendo pucheros que sabores; con el cuerpo entero como si fuera un torero sacando el lance al cornúpeto. Y cuando en las tardes de verano sale a caballo por las calles de la ciudad, luciendo sus habilidades de jinete, Napoleón se quedaría tachuela. Qué garbo se gasta. Padre feliz de sus amantes hijas y noble consorte de la intelectual dona Tilcia Conte de Tejeira, poetisa de alto vuelo a pesar de su modestia.
Don Eustorgio Tejeira. Buen padre de familia, modesto e inquieto por la educación de sus hijos. Le gusta la buena lectura y es amigo de la Tradición. Conservador y Católico a marcha martillo, no entra con muchas modernidades de hogaño. Su hogar y sus costumbres merecen respeto.
Ahora, dediquemos párrafo especial a una hija de don Aquilino--"el grande"--, la sin par Estelina Tejeira, quien heredó de su padre su nerviosismo y su anhelo constante de hacer el bien. Es una ardilla inquieta. Para ella no hay sosiego tratándose del avance cultural de Penonomé. Es la más penonomeña de todas las penonomeñas y aún más que todos los penonomeños juntos. No exageramos en decir que es la persona que ha hecho más por su pueblo.
A ella se debe la escuela de música que lleva su nombre por agradecimiento. De esa escuela ha salido uno buena, aunque pequeña banda de música que suple la necesidad de una buena filarmónica para los actos religiosas, cívicos y sociales; la reparación de la casa de la Cruz Roja en esta ciudad hasta dejarla habitable, como nueva; una campana, cien sillas y un bello cuadro del Libertador en su palomo blanco, no sabemos si de Tito Salas a Michelena, para la Escuela Simeón Conte; una carroza fúnebre para entierros y que ha sido inutilizada de forma de habérsele quitado las llantas, a ciencia y paciencia de las autoridades. ¡Qué verguenza! Varias reparaciones en el cementerio, suspendidas por orden de una autoridad, por razones que no sabemos; pero la obra cumbre de la activa Estelina, es la adquisición de la estatua de bronce del Libertador, que se yergue en el parque 8 de Diciembre de esta ciudad y la consecución de alumbrado especial para ese monumento, gloria del escultor Italiano Teneranni, obsequio generoso del gobierno y pueblo de Venezuela. Y continua impertérrita, sin arredrarse, escudriñando a ver qué falta, para obtenerlo.
A Estelina puede aplicársele la frase que se dijo de la excelsa cubana, Da. Gertrudis Gómez de Avellaneda: "Es mucho hombre esta mujer".
Como se ha visto, fuera de sus hijos también ha tenido el patriarca don Aquilino una notable emisión de nietos que le honran.
Sigamos ahora con don Aquilino. Era un tipo de hombre sencillo, modesto, amigo de hacer el bien "por el bien mismo". Que sepamos nunca tuvo colegios y sin embargo fue un médico distinguido y acertado a quien el doctor don Santos J. Aguilera respetaba y alentaba. Era nervioso; ágil en el andar, presto en sus visitas de médico, modesto en recetar, que si era prudente, también acertó siempre en conocer la enfermedad del paciente y en aplicarle el remedio oportuno. Ejercía la profesión por amor al prójimo y nunca nadie pudo quejarse de su tardanza en socorrer al enfermo que se le confiaba a su cuidado y si agradecerle su aplicación decidida a combatir la dolencia y en ejercer la caridad.
Su muerte, cuando aún no era un anciano, sino un hombre en plena virilidad y en el goce de sus facultades mentales, causó en esta ciudad verdadera consternación en rodas las capas sociales. Su entierro revistió un acontecimiento excepcional.
Fué conservador sin peros y sin miedo. En síntesis , su vida fue muy agitada. Fue Alcalde Municipal y Gobernador de la Provincia, muy respetado y querido. Fue justo, ecuánime, sencillo, sociable. Son rarísimos los hombres de quienes la sanción pública unánimemente se siente satisfecha.
De la obra "Siluetas Biográficas de Ilustres Coclesanos. Centenerio de la Provincia de Coclé sEPTIEMBRE DE 1855-1955." Agustín Jaén Arosemena. Miembro Correspondiente de la Academia de la Historia de Panamá. pp. 224-227.
Fuente: Panamahoy2012.blogspot.com
Jean Tejeira

CONOCE A GIL BLAS TEJEIRA...


Gil Blas Tejeira Fernández (1901-1975). Periodista, poeta epigramático y narrador de la tradición del pueblo que habita el interior de Panamá.

Gil Blas Tejeira nació en el barrio de San Antonio, en la ciudad de Penonomé, el 18 de enero de 1901, cuando Panamá todavía formaba parte de Colombia y liberales y conservadores se enfrentaban en la La Guerra de los Mil Días. Fueron sus padres Concepción Fernández Jaén y Aquilino Tejeira Pezet, médico cuyo nombre lleva en la actualidad el hospital de Penonomé. Aquilino Tejeira fue Prefecto de Coclé (1898-1900) y firmó el acta por la cual el Consejo Municipal de Penonomé se adhirió al movimiento separatista del 3 de noviembre de 1903. La madre de Gil Blas Tejeira murió en 1906, y el padre en 1907. Así, el niño quedó completamente huérfano a los seis años de edad. Los dos hijos mayores del matrimonio, Eustorgio - quien tenía dieciocho años a la muerte de su padre- y Jacoba -de dieciséis- se encargaron de completar la crianza de sus nueve hermanos: Filemón, Concepción, Adelina, Aquilino, Moisés, Julián, Estelina, Gil Blas y Alfonso. A pesar de tan terribles pérdidas, la familia se mantuvo unida y desarrolló en su seno un fino sentido de la ironía y el buen humor.


Gil Blas Tejeira hizo estudios con los Hermanos Cristianos, que estuvieron en Penonomé desde 1904 hasta 1913, y pudo llegar solamente hasta el quinto grado de escolaridad, lo que equivalía en la época a la finalización de una educación básica general. Así, sabía y disfrutaba leer y escribir, y dominaba la aritmética y la matemática para comprender los sistemas y modelos que utilizan la economía y las ciencias en sociedad. Con tales herramientas, su educación fue en lo adelante cuestión de gozo y empeño, sumados a la oportunidad que le brindaron las bibliotecas privadas de los penonomeños, como la de D. Héctor Conte Bermúdez, la de Ángel María Herrera y la de Simón Quirós Sáenz, puestas sin reservas a su disposición. Leyó sin descanso, especialmente a Cervantes, y se valió de diccionarios para aprender a hablar y escribir en idiomas inglés y francés. Como hombre de aguda y clara inteligencia, tuvo una formación autodidacta.


En 1921 partió de Penonomé, pero volvió muchas veces a su tierra natal. En la veintena de años de su niñez y juventud había guardado en la memoria una galería de seres humanos de su patria chica, acompañada de un repertorio de anécdotas, una larga lista de vocablos de uso regional y muchos recuerdos. Con esta riqueza se conformaron las fuentes de su obra, que dieron a su trabajo intelectual una combinación hermosa de la identidad panameña y lo universal. Al marchar de Penonomé, inició un periplo por la república, con estaciones en otros países.


Previo examen de competencia, fue maestro rural. Después, maestro de escuela en Bastimentos, en la provincia de Bocas del Toro. En 1925 cambió el trabajo docente por el de secretario del Juzgado de la ciudad de Bocas del Toro. De 1925 a 1929 desempeñó las funciones de bibliotecario en la biblioteca “Mateo Iturralde”, de la ciudad de Colón. De 1929 a 1931 fue canciller del Consulado de Panamá en Kingston, Jamaica. Después, tesorero del Ayuntamiento de Colón, ciudad en la que fundó el semanario Calle 6ª.


Según datos de Dalia Peña Trujillo -premio de ensayo “Gil Blas Tejeira” en el centenario del nacimiento del escritor-, Tejeira contrajo matrimonio con Matilde Jaén Jaramillo, también penonomeña, el 21 de septiembre de 1935. De su unión nacieron tres hijas: Isis, Olimpia y Bertilda.
En el mismo año de 1935, Gil Blas Tejeira mereció una mención honorífica en un concurso de novelas organizado por el Municipio de Panamá, antes de que fuera instaurado el Premio Ricardo Miró en 1942. En adelante se dedicó al periodismo.


En 1945 publicó su primer libro, El retablo de los duendes -conjunto de relatos sobre sus experiencias y recuerdos-, que se reeditó en 1973, enriquecido con nuevos cuentos. En nueva edición de 2003, se le incluyeron los Epigramas y sonrisas, verdaderos dardos de buen humor y amistad. Asimismo, el discurso “Gil Blas Tejeira y su devoción por Cervantes”, pronunciado el 23 de abril de 2001 en la Universidad de Panamá por la Dra. Isabel Barragán de Turner –miembro de la Academia Panameña de la Lengua- en conmemoración del Día Internacional del Idioma. En El Cuento en Panamá (1949), Rodrigo Miró, al evaluar y caracterizar los cuentos panameños hasta esa fecha, señala que la obra de Gil Blas Tejeira comporta un notable enriquecimiento del tema rural en la cuentística nacional.


Gil Blas Tejeira fue diputado de la última Asamblea Constituyente de 1946, y Embajador de Panamá ante los gobiernos de Costa Rica y de Venezuela entre los años 1962 y 1966. Uno de sus libros -Venezolanos en Panamá, publicado en 1967- está dedicado a ese bravo pueblo. Fue también Ministro de Estado y Secretario Privado del Presidente de la República.


El 24 de enero de 1951 fue nombrado Académico de Número de la Academia Panameña de la Lengua, sucediendo en la silla “O” al Dr. Belisario Porras. Fue miembro de las Academias de la Lengua de Venezuela y de España. Fundó y presidió la Sociedad Cervantina de Panamá, y fue miembro honorario de la correspondiente de Madrid.


En 1957 publicó en México su segunda obra, Campiña Interiorana, compuesta también por relatos de sabor vernáculo, seleccionados de sus columnas del mismo nombre en el diario La Hora.


Con el seudónimo de “Caballero Esplandián” también escribió en la columna Simpatías y Diferencias de La Nación -una de las más leídas en Panamá-, y en Mirador istmeño, del citado diario La Hora.
En 1962 apareció su novela Pueblos Perdidos -favorita de sus lectores-, en la que reivindica la memoria de Pedro Prestán, a quien se le acusó de haber incendiado a la ciudad de Colón y fue ahorcado en un momento crítico relacionado con otra de las invasiones de las tropas norteamericanas al país, y cuenta la tragedia de los doce pueblos hundidos en las aguas del río Chagres durante la construcción del lago Gatún, gran lago artificial que es parte del Canal de Panamá.


En 1964 publicó El habla del panameño, vasta obra lexicográfica sobre vocablos de uso regional en el Istmo, que participa de la alegría y la elegancia proverbiales en su obra literaria.
El Instituto de Cultura Hipánica de Madrid publicó en 1969 el libro Lienzos istmeños, prologado por Renato Ozores, quien allí afirma que Gil Blas Tejeira, trabajador infatigable, había demostrado que en Panamá es posible vivir de la pluma con decoro y dignidad.


Escribió también dos biografías: Biografía de Ricardo Adolfo de la Guardia (1973), y Mi mejor legado (1975), sobre la vida de Antonio Tagarópulos.


Culminó su vida pública en el trabajo docente, como Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Panamá, en la que había sido nombrado Profesor Extraordinario.


Gil Blas Tejeira murió en la ciudad de Panamá el 10 de agosto de 1975. El auditorio de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Panamá lleva el nombre de este periodista y escritor, cuya prosa reunió limpieza, claridad y absoluto respeto por la lengua de Cervantes. El Instituto Nacional de Cultura de Panamá reunió en 1977, póstumamente, sus cuentos inéditos en un volumen.
Fuente: Encaribe.org

Jean Tejeira